Perdón: Ofensa que comete una persona contra otra y esa persona que ha sido ultrajada, decide no guarda rencor a su ofensor.....perdonar, perdonar, perdonar....Olvidar, olvidar, olvidar...Puente de el perdón.
Cuando fue la primera vez que te visite puente de el perdón, te acuerdas?, se acuerdan tus piedras que reciben las cristalinas y purificadoras aguas del rió Lozoya?. Claro que se acuerdan. Ocurrió en una primavera de los años sesenta, un Seat seiscientos, y dentro de él, ocho personas; hoy al rememorarlo, noto que la expresión de mi cara se relaja y dibuja una agradable sonrisa de aquel pasado que consigo traer a este presente que vuelve a ser pasado en cada bocanada de aire que exhalo.
Al pasar el tiempo (vuelta con el concepto del tiempo), tuve la suerte de entablar una gran amistad con el Prior: Miguel, un gran hombre, una de esas personas que transmiten paz, que son esa paz de donde creemos venir y la que queremos encontrar al irnos.
Por razones muy personales y que solo se cuentan en la mas intima privacidad no escribiré ciertas conversaciones que mantuvimos un ateo y un pío. Lo que no se cuenta se guarda, se conserva, se mantiene en la memoria, y llegado un día se olvida.
Monasterio del Paular, ubicado al noroeste de Madrid, en el valle del Lozoya.
Cuando fue la primera vez que te visite puente de el perdón, te acuerdas?, se acuerdan tus piedras que reciben las cristalinas y purificadoras aguas del rió Lozoya?. Claro que se acuerdan. Ocurrió en una primavera de los años sesenta, un Seat seiscientos, y dentro de él, ocho personas; hoy al rememorarlo, noto que la expresión de mi cara se relaja y dibuja una agradable sonrisa de aquel pasado que consigo traer a este presente que vuelve a ser pasado en cada bocanada de aire que exhalo.
Al pasar el tiempo (vuelta con el concepto del tiempo), tuve la suerte de entablar una gran amistad con el Prior: Miguel, un gran hombre, una de esas personas que transmiten paz, que son esa paz de donde creemos venir y la que queremos encontrar al irnos.
Por razones muy personales y que solo se cuentan en la mas intima privacidad no escribiré ciertas conversaciones que mantuvimos un ateo y un pío. Lo que no se cuenta se guarda, se conserva, se mantiene en la memoria, y llegado un día se olvida.
Monasterio del Paular, ubicado al noroeste de Madrid, en el valle del Lozoya.
Puente de el Perdón: era el último lugar donde los condenados a muerte podían librarse de la pena capital. Situado frente al monasterio de El Paular, su primitiva factura, de la que no quedan ya apenas elementos, data del siglo XIV, cuando los caballeros de Rascafria, Alameda, Oteruelo y Pinilla, debían colonizar la tierra.
A estas cuatro poblaciones se les otorgo el derecho de aplicar la pena de muerte. La sentencia se ejecutaba en el Puente del Perdón, donde el reo podía apelar por ultima vez (de ahí su nombre).
Se cuenta en la visita guiada por el Prior Miguel en el recorrido por Santa Maria del Paular, que la construcción del puente corrió a expensas de los monjes (Cartujos en el siglo XIV, y en el siglo XX paso a ser una abadía benedictina).
Las crecidas del río Lozoya y los avatares del tiempo (siempre el concepto del tiempo) ajaron el puente y culminaron, en el siglo XVIII, con la reconstrucción de la hermosa arquitectura que hoy se puede admirar.
Edificado en sillería de granito presente en tres ojo (¡¡dios mio!! que me viene a mi mente calenturienta al escribir tres ojos) formados por sendos arcos de medio punto y dos descansaderos, dotados de bancos de piedra, donde en tardes primaverales se sientan las parejas a escuchar los sonidos de la naturaleza, te mimetizas en el paisaje.
Prometo que ya no bebo, pero si algunas de las personas que se atrevan a leer hasta el final este escrito y osen viajar a ese paraje único en la comarca, les aconsejo que disfruten de una noche en la hospedería del Paular (hotel), y no dejen de comprar una botella de un licor que les hará viajar a mundos más allá de las estrellas........
A estas cuatro poblaciones se les otorgo el derecho de aplicar la pena de muerte. La sentencia se ejecutaba en el Puente del Perdón, donde el reo podía apelar por ultima vez (de ahí su nombre).
Se cuenta en la visita guiada por el Prior Miguel en el recorrido por Santa Maria del Paular, que la construcción del puente corrió a expensas de los monjes (Cartujos en el siglo XIV, y en el siglo XX paso a ser una abadía benedictina).
Las crecidas del río Lozoya y los avatares del tiempo (siempre el concepto del tiempo) ajaron el puente y culminaron, en el siglo XVIII, con la reconstrucción de la hermosa arquitectura que hoy se puede admirar.
Edificado en sillería de granito presente en tres ojo (¡¡dios mio!! que me viene a mi mente calenturienta al escribir tres ojos) formados por sendos arcos de medio punto y dos descansaderos, dotados de bancos de piedra, donde en tardes primaverales se sientan las parejas a escuchar los sonidos de la naturaleza, te mimetizas en el paisaje.
Prometo que ya no bebo, pero si algunas de las personas que se atrevan a leer hasta el final este escrito y osen viajar a ese paraje único en la comarca, les aconsejo que disfruten de una noche en la hospedería del Paular (hotel), y no dejen de comprar una botella de un licor que les hará viajar a mundos más allá de las estrellas........
La historia se cuenta con hechos y mentiras.
No hay necesidad de que esto perdure
Lo que vives es la verdad y la verdad es lo que muere....No tiene importancia......Perdón, olvido.
No hay necesidad de que esto perdure
Lo que vives es la verdad y la verdad es lo que muere....No tiene importancia......Perdón, olvido.
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