sábado, 30 de noviembre de 2013

Tan solo eran cinco minutos


Rompimos los cinco minutos en la fugacidad del instante;
aromas de cuerpos aún por conocerse;
la premura de deseos.
El tiempo robo la inmediatez,
sin embargo nuestro yo corpóreo 
prolongo los cinco minutos en eternas sombras.
Silenciamos pensamientos que soñaban con nacer.
Convertimos los cinco minutos
en tiempo que juegan con la ingravidez,
y hace que se vaporice en nuestras manos lo tangible.
Ahora partimos a los confines del universo,
los cinco minutos, se convirtieron 
en siluetas de un tiempo aún por definir, 
por delimitar, eran sombras errantes.
Buscaban ser una linea visible en el horizonte.
Eran nuestros cinco minutos.


Volvieron los prodigios, 
pero ahora eran pura verdad... 
tu cuerpo era la tierra 
y yo, el centro de gravedad... 
El tiempo se detuvo 
creando un instante inmortal... 
Tu cuerpo era el principio 
y el mío, su punto final... 
Y me dormí, 
vencido por el sueño 
junto a ti... 
luego soñé, 
soñé que despertaba 
y te busqué 
Te fuiste, amor... 
y sólo hubo ceniza 
alrededor. 
Y ya no vi prodigios 
ni luces, ni sombras, ni mar 
Tu cuerpo era un vacío 
y su centro, el frío polar... 
El sol de medianoche 
cayó en un eclipse total...







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