Nos rodeamos de objeto que no tienen valor, pensando que en ellos esta la felicidad que nos hará dioses por un instante, a resultas de que la felicidad esta en las cosas más insignificantes, aquellas que apenas apreciamos en nuestro devenir diario, en ellas esta todo lo que realmente necesitamos para vivir: la risa, una lagrima en tu mejilla, el aire que acaricia tu piel bronceada, la amapola que vuelve cada primavera a evocarme que somos vida, el canto del mirlo en mi jardín, una poesía recitada que me hable de ti, y un añejo sentimiento de que todo lo que seremos sera volver al orden primigenio de la materia. Perdonar que sea tan egoísta de las cosas sencillas.
Me desprendo de todos aquellos tesoros que enriquecen la codicia del "super ego", y retomo la desnudez del primate.
Los ríos solitarios fluyen al mar, al mar,
A los brazos abiertos del mar.
Los ríos solitarios suspiran: 'Espérenme, espérenme.
Estoy yendo a casa, espérenme.'
Y el tiempo pasa tan lentamente,
Y el tiempo puede hacer tantas cosas.
¿Aún eres mía?.
A los brazos abiertos del mar.
Los ríos solitarios suspiran: 'Espérenme, espérenme.
Estoy yendo a casa, espérenme.'
Y el tiempo pasa tan lentamente,
Y el tiempo puede hacer tantas cosas.
¿Aún eres mía?.
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