El viejo que miro al niño, el niño que miro al adulto, el adulto que miro a la nada.

Me vi por primera vez con el anciano que seré en este presente que sólo se vive un momento en un tiempo que va muy deprisa, el lunes día 6 de julio 2015.
¡Y sin embargo!, el tiempo no tiene edad, es intemporal, pero nosotros los mortales, somos caducos; y el tiempo, ese instante de vida que tenemos la dicha de disfrutarla en este mundo de luz y de color; ¡es este!,mientras vivimos el primer verano del amor, donde todo se alarga mientras te sientes profundamente prendido por las emociones que sobre ti producen las amapolas al ser amadas.
¡Y hoy!, al verme junto al anciano que seré en lo que dura un viaje al Orinoco, tenía deseos de hablar con él, mi yo del futuro, pero no se concede entablar conversación con el futuro desde este mi presente, pero pasado para el anciano que seré, en aquel lugar mágico donde yo tuve la suerte de ver mi futuro.
Le vi pensativo, mayor y abstraído, mirando sin mirar al mar infinito.
Trate de mirar al mismo lugar donde él había fijado su vista, y vi en aquel espacio quimérico, donde se juntan en la línea del horizonte; entre el cielo y el mar, dos pequeñas aves; no distinguí su especie, pero las vi volar y perderse en esa línea infinita e indisoluble de un horizonte desdibujado por la formación de mis ideas que ya no eran mías, pues aunque me alimentaba de ambrosía, no se me concedió ese pequeño deseo inconfesable que todos llevamos dentro: un instante de inmortalidad; sino de aquel personaje que era yo sentado en aquel banco, rememorando tantos veranos felices que en otrora tuvo y guardo como los últimos vestigios de una gran dicha vivida en una eternidad que se nos concede a los mortales en forma de sueños.
No hable con él; es cierto, pero me queda la satisfacción de saber que dentro de mi voy reteniendo todos los momentos más entrañables, y mañana, cuando este a punto de realizar mi último viaje, ellos serán mis compañeros en la travesía que nos conducen a la nada, lugar de peregrinación, que más tarde o más temprano tendremos que acometer.
Algunos lo llaman Itaca, otros el Paraíso. Yo, esta entelequia, la denomino:la nada; de ancla a ancla.
Gracias imaginación por volar al futuro y sustraer con toda la delicadeza y el cariño que te profeso, este retazo de una vida que sera vivida en un presente, cuando yo ya no sea este abstracto tiempo que ahora soy.

Mantengamos esto como un secreto
que nunca vea la luz del día
seguiré siendo el hombre de
tus sueños lleno de misterio