sábado, 9 de mayo de 2015

La noche por un instante se ilumino de colores

Embellecer un articulo y en él no decir nada.
Existen soldaduras invisibles que hacen que ciertos escritores, se conviertan en magos en el arte de subyugar en sus columnas, unos, los menos, te atrapan, le dan un pellizco a tu glándula pineal, y consiguen que te adentres en sus palabras, las hagas tuyas, te enamores de cada letra; que sea tal el arte o la magia que impregna en cada frase, que las puedas oler, tocar, sentir. A eso se le llama, maestría.
En realidad solo estaba escribiendo lo que ocurre en una de tantas noches de verano, en los cielos, a eso de las doce de la noche, cuando los maestros de la pirotecnia, consiguen que el cielo se alumbre con lluvia de estrellas, palmeras, destellos, chispas, perlas, flashes; así hasta la traca final, que da por concluida con una explosión ensordecedora el final de la fiesta, la noche se queda sorda a partir de ese momento, los cuellos empiezan a sufrir por tanto tiempo que han estado mirando a ese cielo coloreado por la paleta de el hechicero (el bruñidor de colores). Que milagro; lo que consigue la pólvora: esa mezcla de componentes (azufre, salitre, sulfato de cobre, alcanfor, nitrato de vario, bicarbonato de sodio, etc etc ).
La noche por un instante se ilumino de colores; y el niño, el joven, el adulto, el viejo.¡todos!, fueron atrapados por partículas de sodio, salitre, limadura de cobre, carbón: Fuegos artificiales.
Un pequeño homenaje a Melquiades, aquel gitano de cien años de soledad, que visitaba la ciudad ficticia de Macondo (donde la lluvia es eterna), y se quedo a sabiendas de la fragilidad de la existencia.






Para ti, que descubres los secretos de tu cuerpo.
Para ti, Que vas a caballo del fin del mundo.
Para ti, queremos otear el paraíso.




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