Ahora, después de varios años, y con su cuerpo alquilado a los laboratorios farmacéuticos, su vida de insipiencia, transcurría entre algunos días aferrándose a una mala salud, y cientos de ellos, ingresado, y muriéndose muy rápidamente, como nos morimos todos, pero el a toda velocidad.
En una de esas prolongadas estancias en el hospital, recibí una llamada de Manuel para decirme que saldría, y le apetecía quedar para comer conmigo; algo que habíamos estado posponiendo durante tanto tiempo en vista de su desmejorada salud.
Nos dimos un día a la semana para quedar y así ir descubriendo todos los bellos lugares que esconde el barrio de las letras de Madrid, donde en el siglo de oro, pululaban por sus calles, callejuelas, plazas, plazuelas, los escritores, poetas que dieron a este pais, el milagro de la buena literatura; Cervantes, Lope de Vega, Quevedo, Gongora, Garcilaso, Anton Martin, Tirso, Calderon, y tantos que me dejo en el tintero.
El tiene su casa en este barrio, calle cenicero, su anterior nombre era Redondilla, donde había unos corrales en el que vivían obreros encargados de limpiar los hornos de Villanueva y recoger sus cenizas; todas las personas que tuvieran mal aspecto y que estuvieran por la zona con aspecto impresentable se decía de ellas que vinieran del coral de ceniceros, de ahi su actual nombre: Cenicero.
Yo mantengo un establecimiento de cara al publico en la calle Atocha, calle que en su tiempo fue una de las principales de la villa de Madrid, su trayectoria va desde la Plaza de la provincia, acabando en el Paseo del Prado, el nombre se debe al camino que llevaba al santuario de Atocha (Ermita de Atocha).
Asi hemos estado estos últimos años; bien es cierto que en ese espacio de tiempo, su cuerpo tan zurzido por miles de batallas invisibles, se tenia que recluir semanas en el hospital, a la espera de una mejoría oasica (aplicase a una salud inesistente), dentro de una muerte tan cercana.
A cada salida, yo recibía un mensaje y quedábamos como siempre los miércoles. Siempre después de comer nos sentábamos en la plaza del Ángel, en el café Central (negocio del que fue impulsor, ya que en la fundación fue uno de los participes en la idea original, y que por culpa de unos duros de nada, no pudo ser socio) y nos tomábamos unos gin tonic.
Este verano del 14, en el mes de Julio, nos despedimos; el se iba un mes a su Inglaterra y yo como hago estos últimos años, me retiro a mi Edén, en el sur; Andalucía (Nerja y el mar entre dos tierras, el Mediterranero).
Durante todo el largo estío de el mes de Julio, no nos enviamos mensajes, ni nos hicimos ninguna llamada. Fue en los primeros días de Agosto cuando decidí llamarle para saber como había pasado el verano.
Hablamos largamente, y el decidió que quedáramos para tomarnos un café el día siguiente en la Plaza de Santa Ana.
LLego el día de la cita, como un hombre nuevo: un "gentleman", Lolo era muy dado a vestir moderno, pero con ese toque de distinción, que solo tienen los que están tocados por la musa de la belleza.
Es verdad que al verle con su perro Fox Terrier: Roy, me quede alucinado, pues nunca le había visto tan bien como ese día (mi padre que siempre fue un sabio, ya me lo tenia advertido "Manuel, cuando veas a un hombre enfermo que brilla más que nunca, realmente es el fogonazo final, su vida esta a punto de terminar) ni nunca más le volví a ver como esa mañana de Agosto.
Hacia mucho tiempo que dejo de subir la calle de Atocha o la de las Huertas, ya que en su estado de saludo le era imposible escalar una calle tan empinada como la de Atocha, y lo que solía hacer, era subir en el bus, salia de su casa en Cenicero ,y justo en la esquina de Atocha junto a la discoteca Kapital cogía el bus que le subía hasta la Plaza Benavente.
Pero ese día hizo un milagro, subió con Roy, su perro, de un tirón la calle y me dijo que se encontraba mejor que nunca. Cuando llego a la tienda, nos saludamos como dos viejos camaradas, y me tome una licencia: Manuel, estas como una chaval, Joder!, que han hecho estos Ingleses contigo?.---El tan solo me miro y en su expresión pude adivinar que era el fogonazo de el final de todo, pero él realmente aún no lo sospechaba (la llama se apaga).
Nos fuimos a tomarnos ese café y a concretar como retomaríamos el nuevo curso otoñal. Para empezar, quedamos para comer al día siguiente, la hora que nos pusimos para comer fué las 14:30, en Alambique, sito en la calle Fucar.
El día de la comida recibí una llamada de Manuel, en la que me decía que aún estaba en el medico y que tenia para rato. Le propuse quedar otro día, pues creí conveniente no apurarle demasiado. Así lo hicimos, pero miles de circunstancias nos han hecho imposible esa siguiente comida.
Volvió a ingresar de nuevo en el hospital, y estuvo en el cerca de 15 días; cuando salio me llamo y me dijo que cuando se encontrara mejor volveríamos a comer.
Tarde cerca de 15 días en llamarle, y cuando lo hice le propuse ir a verlo a su casa; en esa conversación telefónica, fue cuando me hablo por primera vez de algo nuevo que le habían encontrado en una de las cientos de pruebas que le habían realizado en su alquilado cuerpo otoñal:----Manuel, un tumor me han detectado en el pulmón, no tiene operación y tal como tengo el corazón no se pueden arriesgar a darme quimio, ya estoy bajisimo de defensas y el corazón lo tengo muy dañado.---
----¿Entonces?----
----Me ha dicho la doctora que van a realizarme unas pruebas y dependiendo de el resultado, me aplicarían una quimio muy suave....bla, bla, bla, bla.
---- Es el lenguaje de los médicos cuando no hay solución y no quieren decirle toda la verdad al paciente.
----¿Puedo ir a verte?
----¡Claro Manuel, como no!, sabes que un rojo es bien recibido en la casa de un rojo más mayor.
----Estos sucesos acaecieron el día 10 de Septiembre.
----Me invito a comer y hay cosas que un amigo, se las guarda para él, si el amigo te las cuenta en la intimidad.
---Llegue a su casa, llame al portero y me abrio la puerts de la calle. >Realmente habían pasado veintitantos días desde nuestro café en Santa Ana, pero al abrirme la puerta de su casa, vi a un hombre en huesos, pero como siempre al genial Manolo, el tío más campechano que ha dado la madre natura.
El era un cocinilla, y me invito a un gazpacho y unos filetes de pollo; es cierto que en su estado no estaba para filigranas, pero como siempre salio con matricula de honor de el suculento gazpacho que nos tomamos.
Nos sentamos en el salón y me hizo una exposición pormenorizada de lo que le iba a ser a partir de ahora su vida (bien lo sabe el diablo, supe en aquel mismo instante que su mundo, el nuestro, estaba a punto de terminar, este paraíso le daba la despedida por la puerta grande); y él también lo sabia. Pero nos mentimos, como se mienten unos buenos camaradas.
Nos dimos un abrazo de despedida y nos dijimos adiós.
Ese adiós definitivo.
Hoy vino por la tienda un amigo que tenemos en común y me ha dado la noticia.
----Manuel, murió el día 17 de septiembre.
----¡Joder!, todo lo que le rodeaba murió para siempre con él...... y yo sin saberlo, nadie me aviso, su compañera no me lo comunico, no tenia mi teléfono, el suyo murió para siempre ese mismo día, y hoy 29, recibo 2 mazazos, el de este camarada de partido y amigo del alma, y el otro, en una llamada que he realizado a la hija de otro buen amigo, este mucho más mayor que yo, y que hacia tiempo ya me contó que se sentía mal y que iba a ir al medico para que le hicieran unas pruebas (la llama que se apaga).
----Llamo a su hija para preguntarle si puedo ir a visitar a su padre (uno es muy educado, y prefiero llamar por si no es bien recibido).
* Mi madre me informo que le tenían en un hospital terminal.
----¡¡Y cual no ha sido mi sorpresa!!
----Soraya te llamo para ver si puedo ir a ver a tu padre.
----Manuel, creo que no te han dado la noticia aún; mi padre ha muerto hace un par de horas, y ahora mismo estamos de camino al pueblo donde pensamos enterrarlo.
----Septiembre termina
Mi escrito no quiere seguir contando tristezas.......
Nace otro días y con el nace de nuevo la vida.....Yo por aquello de los sentimientos me ire a llorar, ya que aunque no lo creáis soy humano y mortal.
Todos los grandes acontecimientos, aquellos que nunca preguntaste, esos, como la inmensidad de las cosas serán ruinas, ciudades o zonas ceros que solo en algunas personas que nos dejaron, tendrán tal vez lo que alguna vez fue: Remembranza.
A mis amados muertos...
Yo no voy a negar este momento
"Estoy saliendo de mi mente, ya no soy materia
Tengo mi pie en la escalera
Y estoy subiendo a la luna, donde creo que el cielo se ve como un cielo.
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