La vida se me va
y necesito el gozo incontaminado de la belleza.
Intento conquistar la pureza
en la provisionalidad de lo efímero.
Y mi sombra en la cerrazón del ultimo albor,
se da por vencida, se consume, se apaga.
A lo lejos, se escucha el ultimo queixume de un adiós.
Él no le importa si vive o muere
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